martes, 19 de mayo de 2015

Empezó el juicio por la apropiación de Florencia Reinhold Siver

Es la nieta recuperada 105 y hoy será la primera en declarar ante el TOF 5 en el juicio por su apropiación y falsificación de la partida de nacimiento, en el que están imputados los apropiadores Juan Carlos Lavia y Serafina Marchese y el médico Francisco Vicente De Luca.

(Fuente: Infojus Noticias)

Florencia Laura Reinhold Siver nació el 16 enero de 1978, en el Hospital Naval de la ciudad de Buenos Aires. Pero eso no lo supo hasta el 2 de agosto de 2011. Ese día se convirtió en la nieta 105 restituida por Abuelas de Plaza de Mayo y recuperó su identidad. Hoy será la primera persona en declarar frente al Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 5, en la sede de Comodoro Py en el juicio por su apropiación y falsificación de su partida de nacimiento, en el que están imputados sus apropiadores - un matrimonio de civiles- y el médico que firmó el acta. “Este juicio es algo muy representativo y concreto a la vez. Yo ni lo soñaba, en algún momento había perdido hasta las esperanzas”, dijo a Infojus Noticias Adriana Reinhold, tía paterna de Florencia Laura.
Además de Florencia Laura en el debate oral y público, que se extenderá durante cuatro o cinco audiencias, declararán unas diez personas, entre ellas sus tíos Adriana  y Augusto Reinhold, dos primos de su papá, y una tía materna. La querella estará representada por Abuelas de Plaza de Mayo.
En la causa se investigan los delitos de “sustracción, ocultación y retención de un menor de diez años, en concurso ideal con los delitos de falsificación ideológica de documento público y supresión del estado civil de un menor de diez años”. Los imputados son los apropiadores de Florencia, Juan Carlos Lavia y Serafina Susana Marchese, y Francisco Vicente De Luca, el médico que firmó la partida de nacimiento falsa. El entregador fue Aldo Chiappe, quien ya falleció.

El secuestro de los padres de Florencia
Florencia Laura es hija de Susana Siver y Marcelo Reinhold, dos militantes de Montoneros secuestrados el 14 de agosto de 1977. Esa tarde, mientras uno de los tíos paternos de Florencia preparaba una despedida de solteros juntos  a sus amigos, un grupo de personas armadas, vestidas de civil, entró en la casa de los padres de Reinhold, en la localidad bonaerense de Haedo. Estaban a cargo del Servicio de Inteligencia Naval y buscaban a Marcelo, que no estaba ahí en ese momento. Secuestraron a Susana, que estaba embarazada de  cuatro meses. El grupo de tareas que comandó la operación estaba a las órdenes del capitán de navío Luis D'Imperio, alías "Abdala".
Unas horas más tarde sí detuvieron a Marcelo, que estaba junto a su amigo Alejandro Roberto Odell. Ellos dos y Susana fueron trasladados a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Susana y Marcelo o “Susanita” y  "Chelo", como muchos les decía, militaron primero en la Juventud Universitaria Peronista, en el Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), hasta que llegaron a Montoneros. Cuando se los llevaron él tenía 22 años y ella 21.

El parto clandestino de Susana
En la ESMA Susana fue sometida a trabajo esclavo hasta que el domingo 16 de enero de 1978 empezó con dolores de parto. El médico Jorge Magnacco, que atendía los partos clandestinos en ese centro de detención, estaba de vacaciones por lo que el capitán de navío Raúl Scheller, alías "Mariano",  fue a buscar al jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Naval, quien diagnosticó que había que hacerle una cesárea.
Susana fue trasladad desde Núñez hasta el hospital en Parque Centenario, donde tuvo a su beba. La llamó Laura, pero cariñosamente le decía “lauchita”, porque era muy chiquitita. Estuvieron juntas entre 10 y 15 días. Durante ese tiempo, Susana estuvo esposada a una cama con rejas.
Unos días después del parto, la familia Reinhold recibió un llamado que atendió el papá de Marcelo. Le dijeron “felicidades, abuelo”, contó Adriana. Ese fue el primer indicio de que el embarazo de Susana había llegado a término.
Pocas horas antes de ser trasladada, a Susana le dijeron que la nena iba a ser entregada a sus abuelos. Ella les escribió una carta, pero la beba nunca llegó a estar con ellos. Ese día el prefecto Héctor “Selva” Febres les dijo a las demás detenidas embarazadas en la ESMA que se llevaría a la beba.  A la noche de ese día, a Laura se la llevó Carlos Gaitán, el jefe de guardia apodado “Pedro Bolita”.

El médico Aldo Chiappe, el entregador
La niña fue entregada por el médico represor de la Armada Aldo Clemente Chiappe al matrimonio Lavia-Marchese. Chiappe, en ese momento, prestaba servicios en la ESMA, donde estuvieron detenidos Marcelo y Susana, pero además, era compañero de guardia de Lavia en el Sanatorio de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM)  de Haedo. “Ese lugar –por el sanatorio de la UOM- es a una cuadra y media de la casa de mis padres”, explicó Adriana. Esa no fue la primera “cercanía” que unió a Florencia Laura con su familia. La casa de Adriana, en Ramos Mejía, está a quince cuadras de donde se crio y vivió su sobrina desde que tenía un año hasta que se casó, hace casi diez años. “Me impresionó cuando lo supe, no podía creer que estuvimos tantos años a tan pocas cuadras, quizá hasta nos hayamos cruzado”, explica a Infojus Noticias.
En 2011 cuando recibió el llamado de Abuelas de Plaza de Mayo que le informaba sobre la restitución de su sobrina, no podía creerlo. “Yo en algún momento había perdido las esperanzas de encontrarla”, confiesa.
Desde 1982 la familia Reinhold sabía que Susana había parido una nena. Porque si el primer indicio de que el embarazo había llegado a término fue aquel llamado telefónico, el segundo fue el retorno de la comisión de Madres y Abuelas que viajó a Ginebra. “Ahí una testigo da cuenta de que había estado con ella –por Susana- y de que había tenido una beba”, agregó Adriana. Desde entonces empezaron a buscarla. Se acercaron a Abuelas y comenzaron un largo camino en el que supieron muchos datos del nacimiento y los primeros días de vida de la bebe, pero nunca tuvieron pistas sobre quién o quienes podrían haberla apropiado.

Una búsqueda de 30 años
En junio de 2011 Laura llegó hasta la sede de Abuelas de Plaza de Mayo, adonde había sido convocada ante las dudas que había sobre su origen. “Ella ya había ido antes a la sede de Abuelas, unos cuatro o cinco años antes de esa citación de 2011. Fue a indagar porque tenía dudas sobre su identidad, pero no se hizo el análisis, ni dejó datos, ni nada. Le pesaba lo que podía pasar con lo que para ella son sus padres de crianza y para mí, sus apropiadores”, contó Adriana.  Convocada por Abuelas, Florencia se hizo el análisis de ADN y los resultados arrojaron que pertenecía al grupo familiar Siver- Reinhold.
"Felizmente Laura, que siempre tuvo dudas sobre su identidad, accedió a realizarse voluntariamente los análisis de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) en junio de este año, a través de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI)", relató entonces Estela de Carlotto, titular de Abuelas.
Florencia conoció a sus tíos, primos, y a su abuela Luisa Bermúdez, la mamá de Marcelo. La mujer vive, pero no declarará durante el juicio. La relación entre la joven y su familia es cíclica desde entonces. “Para resguardar el vínculo, el juicio es necesario. Ella tiene que escuchar lo que pasó en ese ámbito (por el de la justicia”, agregó Adriana.
Susana continúa desaparecida y Marcelo fue asesinado. Fue sacado de la ESMA en noviembre de 1977. Su cuerpo fue encontrado dentro de un Renault incendiado. Estaba en el kilómetro 34 de la Panamericana, acceso Pilar. En el auto, junto a Marcelo, había tres cuerpos más. Estaban tan carbonizados y mutilados que no pudieron ser identificados.

Para Adriana, que ya declaró en varios juicios y ahora deberá hacerlo nuevamente, el juicio es una especie de cierre. “No es fácil llegar a este punto, pero es muy necesario”, asegura.

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