lunes, 1 de junio de 2015

Abuelas pidió 10 años para el apropiador Lavia y 8 para su mujer

Diez años de prisión más la inhabilitación por igual tiempo de su matrícula profesional de médico, tal fue la condena que la querella de Abuelas pidió hoy en su alegato para Juan Carlos Lavia, el apropiador de la nieta restituida Florencia Laura Reinhold Siver. Para Serafina Susana Marchese, su esposa, el pedido fue de ocho años, mientras que al médico amigo de Lavia que firmó la partida de nacimiento falsa, Vicente Francisco De Luca, los abogados de la Asociación pidieron seis años y seis meses más la inhabilitación por diez años de su matrícula.
Los letrados Alan Iud y Pablo Lachener leyeron el alegato. “La defensa, en este juicio, se ha limitado a esgrimir un supuesto desconocimiento del origen de Florencia Laura. No ha sido original la estrategia en ese sentido”, afirmó Iud.
Acto seguido, ambos detallaron el secuestro de Marcelo y Susana en base al relato de los testigos. Marcelo fue secuestrado junto con un amigo en Entre Ríos y Belgrano, en la Capital Federal, y Susana en la casa de los Reinhold en Haedo, circunstancias referidas además por la sobreviviente de la ESMA Sara Solarz de Osatinsky.
Desde su cautiverio, Marcelo pudo hacer una llamada a su familia. Uno y otra fueron detenidos clandestinamente en la ESMA, sometidos a torturas. Susana finalmente fue trasladada para dar a luz. El médico que la atendió decidió que lo hiciera por cesárea en el Hospital Naval, al término de la cual Susana y su hija fueron llevadas de nuevo a la ESMA y allí permanecieron unos 15 días. En este lapso, a Susana le hicieron escribir una carta para su familia que nunca llegó a destino, en tanto que Florencia Laura tardó 33 años para recuperar su identidad.
Sara Osatinsky recordó que no fue un parto normal, sino que le tuvieron que hacer una cesárea y que Susana y su beba permanecieron en la pieza de las embarazadas. Sara pudo reconocer a Susana por una foto que le mandaron a Ginebra, a donde la sobreviviente se había exiliado luego de liberada.
El parto de Susana fue resonante en la ESMA porque coincidió con el asesinato de Norma Arrostito. Otra sobreviviente, Lila Pastoriza, recordó que conoció a Susana el día que la llevaron a la ESMA. Otra, Alicia Tokar, también relató el parto y recordó que apodó a su beba “Lauchita” porque era chiquita. Y recordó al represor Héctor Febrés llegando con un moisés muy lindo para la nena, lo que le dio la pauta de que sería entregada a una familia importante.

La búsqueda
La querella de Abuelas continuó el alegato precisando que, luego del secuestro, las familias Reinhold y Siver hicieron todas las gestiones posibles para encontrar a Marcelo, Susana y Laura. Sentían desesperación por no saber dónde estaba la beba. Nadie les supo dar noticias de ninguno de ellos. En el transcurso de esta búsqueda, Adriana Reinhold recordó que su padre en 1978 recibió una llamada anónima diciendo “felicitaciones, usted es abuelo”.
Una vez confirmado el parto, la familia desesperó aún más. Angustia, ansiedad por no saber el destino de la niña. Las familias se acercaron a Abuelas de Plaza de Mayo y dejaron sus muestras en el Banco Nacional de Datos Genéticos.
Florencia también hizo su camino personal en esta búsqueda. Ella, durante su declaración, se refirió a una conversación que tuvo a los 21 años con su apropiador Lavia en la que éste le dijo que había posibilidades de que fuera hija de desaparecidos.
A Florencia, después, cuando ella misma quedó embarazada, la perturbó mucho la idea de que le pudieran sacar a su hijo y cayó en la cuenta de que ella había tenido una mamá y un papá. Más tarde, aportó su muestra al BNDG y en 2011 pudo saber su origen y conocer a su familia legítima.
Para Florencia fue shockeante ver el parecido físico con sus padres. A su tía Adriana lo primero que hizo fue acariciarle los rulos. Y poco a poco fue reconstruyendo la historia de sus padres, su militancia, su secuestro, y este juicio, según dijo Florencia, también es parte de esta reconstrucción.

Los hechos
Quince días después del parto de Susana Siver, el médico naval Aldo Chiappe le entregó la niña a Lavia y su mujer. El 10 de febrero de 1978 el matrimonio la inscribió como hija propia y nacida en domicilio. La inscripción fue ejecutada por Lavia pero fue avalada por su esposa y su amigo De Luca aportó su firma. Los imputados continuaron reteniendo a la niña hasta el día que el BNDG confirmó que en realidad era la hija de Marcelo y Susana.
“A Chiappe es el propio Lavia el que lo puso en escena”, puntualizaron los abogados de Abuelas. Ambos compartían trabajo en la clínica de la UOM de Haedo y la participación de Chiappe en el terrorismo de Estado está suficientemente demostrada.
Los Lavia siempre fueron concientes de los hechos. Desde el principio supieron que podía ser hija de desaparecidos. Por la guardia, Chiappe y Lavia compartían 24 horas cuatro días al mes. En este marco Chiappe le ofreció a la niña, que se la entregó en la calle en la zona de Belgrano.
Posteriormente, Lavia tuvo “terror” de lo que le pudiera suceder a él y a su mujer –tal como dijo en la etapa de instrucción–, por las sospechas de que ella pudiera ser hija de desaparecidos. Incluso contactó a Chiappe y éste le reiteró la historia de que había sido abandonada.
Hacia el 82, Lavia vislumbró concretamente que la niña podía ser hija de desaparecidos. ¿Por qué aceptó a una niña entregada en la calle? Él conocía las prácticas hospitalarias, está formado, instruido. Tampoco pudo dar cuenta de una sola gestión que hayan hecho para adoptar, tal como dijo que querían hacer. Lo que queda claro es que Lavia y Marchese decidieron callar.
La versión de Lavia de su diálogo con Chiappe se cae por su propio peso. Hay elementos para que se juzgue la conducta de Lavia como un delito de lesa humanidad. Hubo una ceguera voluntaria. Sacó ventaja por motivos personales. Los imputados se negaron a confirmar lo que sospechaban. Lavia era conciente de que su conducta delictiva sacaba provecho de la desaparición de los padres de Florencia Laura. Lavia y Marchese guardaron silencio 21 años. Este enfoque no es novedoso. El TOF 4 lo aplicó en el caso Baca-Mariñelarena. Casación viene receptando este criterio también.
Tanto Lavia como Marchese estaban en condiciones de saber lo que estaba pasando en la dictadura. Y más en democracia. Nadie le pide que se autoincrimine, sino que pusiera fin al delito.
La intervención de De Luca es menor. “¿Florencia es la nieta 105?”, le preguntó cuando se vieron con Lavia. Evidentemente, De Luca también se había representado hacía muchos años la posibilidad y a él, por tanto, aplica también la doctrina de la ceguera voluntaria.
Esto fue una desaparición forzada de persona y no hace falta indagar en si los imputados conocían el origen previo de la niña. La retención culminó el día que se develó la verdadera identidad de la víctima, y en esto no hay diferencias entre De Luca, Marchese y Lavia.
“La responsabilidad de dictar sentencia es de ustedes, los jueces. Fue la propia Florencia la que dijo que la Justicia debe determinar la responsabilidad de los Lavia”, concluyó el abogado Alan Iud, poniendo en alerta al tribunal para que con su fallo no revictimice a la víctima.

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